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¿Cuáles son los cuatro tipos de dependencia?

    Los tipos de dependencia son un aspecto importante que hay que conocer para saber cómo se puede proteger a la persona dependiente. Ello alberga particular importancia en tiempos en que el envejecimiento poblacional se hace especialmente acusado, y en que, paralelamente a ello, la legislación de diversos países (en zonas tan dispares como Europa, el continente americano y España) han dado respuesta al reto que supone el apoyo a esas familias que han de cuidar de una persona que, en diversos grados y con variada gravedad, ya no puede valerse de sí misma como antes.

    La Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, es la conocida a nivel popular, con mayor y más contundente y eficaz laconismo, como “Ley de Dependencia”, define el concepto mismo de la dependencia como la pérdida de autonomía personal ligada a razones de índole intelectual, física o sensorial, que provocan el que una persona no pueda regirse como anteriormente en las actividades básicas de su vida cotidiana, y por lo tanto necesite del soporte y ayuda de alguien que se haga cargo de su cuidado.

    Tipos de dependencia

    Puede hablarse, en todo caso, de cuatro tipos distintos de dependencia:

    • Dependencia física. Esta tipología de dependencia se define esencialmente por la pérdida del control del propio cuerpo e incluso de determinadas funciones de la fisiología del organismo, lo que produce, no sólo la merma o pérdida en diversos grados de la autonomía personal del individuo, sino también el deterioro de la capacidad para relacionarse con su entorno, incluso el más inmediato. 
    • Dependencia psíquica. La persona pierde (a menudo, de forma gradual y degenerativa) la capacidad para la memoria a diversos problemas, para emprender la solución de problemas de su vida diaria incluso a niveles básicos, etc. Muchas veces es producida por las demencias (las acarreadas por isquemias o accidentes cerebrovasculares, o bien la anómala multiplicación proteínica en las neuronas generada por el alzhéimer,  las demencias seniles producidas por degeneración de las células cerebrales, etc).
    • Dependencia sensorial. La vista o el oído se ven muy restringidos (por cataratas, sordera, ceguera, mácula en el ojo, desprendimiento de retina, etc) y ello obstaculiza de manera notoria o directamente impide la realización de las más variadas actividades del día a día como puedan ser leer, conducir un automóvil, desplazarse sin ayuda… 
    • Dependencia mixta. En esta tipología se entremezclan dependencias de diversa índole. Por ejemplo, es habitual en el párkinson, enfermedad neurodegenerativa que produce menguas sensoriales y físicas, principalmente.

    A ello hay que agregar que las administraciones que gestionan las ayudas a la dependencia (tanto la Administración Central como las autonómicas) evaluarán la dependencia en tres grados: Moderada o de Grado I (en que el paciente tan sólo necesita de ayuda una vez al día), Severa, o de Grado II (en que la persona precisa de apoyo varias veces al día, si bien no de manera permanente), y Gran Dependencia, o de Grado III (donde la persona afectada ya necesita del apoyo permanente para las actividades más elementales de su vida cotidiana).

    Las ayudas se concederán en función de estos factores, pero también de una valoración por parte de la comisión correspondiente, en que se tendrán en cuenta aspectos tan importantes como el estatus y condiciones sociales y económicas de la persona con pérdida de autonomía personal, el estado de du domicilio, la edad de la persona, si hay familiares que puedan hacerse cargo de ella, etc. En todo este contexto, conocer los tipos de dependencia es absolutamente primordial para saber cómo podemos ayudar a esa persona tan importante para nosotros, y que ha perdido la capacidad de conducirse sola en la vida.